¡Hola de nuevo!
Estoy que no paro y me cuesta
encontrar un poco de tiempo para dedicárselo al blog. Tengo muchas cosas que
contaros desde la última entrada. Estoy escribiendo esto en el coche, de
regreso a casa, de San Francisco.
Pero en esta entrada quiero hablaros
sobre mi “Homecoming”. Y sí, el “Homecoming” es el Baile de Bienvenida
típicamente americano.
He de decir que me quedé
maravillado, y eso que no es ni la mitad de importante que el “Prom” (Baile de
Fin de Curso), según tengo entendido.
Aquí las cosas del instituto se las
toman muy en serio y las organizan con todo lujo de detalle. El instituto
entero se prepara para el baile, desde alumnos hasta profesores, hay algunos
que hasta te mandan menos deberes para que puedas prepararte para ir.
Como era de esperar, le tienes que
pedir a la chica con la que quieres ir si quiere ir contigo. Como no tiene que
ser nada serio, yo se lo pedí a Marina, la chica alemana de intercambio de mi
instituto.
Primero fuimos a cenar a un
restaurante tailandés con la hermana americana de Marina y un par de amigas del
instituto. He de decir que me encantó el restaurante y la compañía, no me lo
había pasado así de bien desde que me fui de España. Luego nos llevaron al
baile, pero ellas no entraron porque son “anti-Homecoming” así que se fueron a
su casa a ver una peli.
El baile tuvo lugar en uno de los
gimnasios exteriores del instituto. Necesitas una entrada para acceder, pero
una vez dentro, cual es mi sorpresa, al ver a dos profesores (una de ellos mi
profesor de historia), con un alcoholímetro en la mano, y no, no era broma, si
bebes no entras. Sinceramente, creo que todo el mundo entró. Una vez dentro me
encuentro a mis profesoras de Química, Anatomía y Ciencias Forenses junto con
otros más poniendo pulseras estilo concierto a los que entrábamos. Una vez
dentro había dos alas principales del gimnasio. En la primera, cuando entras,
estaba el “guardarropa” administrado por el cuerpo de cadetes del instituto; y
la comida, pequeños aperitivos y agua (no señores, no había ponche, gran
decepción). En la parte del gimnasio estaba la pista de baile, con su DJ, las
luces de discoteca y todo. Eso sí, por suerte o por desgracia, no había
reggaetón, por considerarse ofensivo.
Yo me lo pasé en grande esa noche,
volvería a repetir sin dudarlo un momento.
Y hasta aquí llega esta entrada, en
las siguientes os hablaré de mi viaje a San Francisco y de las cosas que más me
chocaron de América.
¡Hasta pronto!